sábado, 24 de mayo de 2008

Me choca salir de viaje

Me choca salir de viaje, y sí, efectivamente, acúsome de naco poco paseado. Pero la onda es que no me late cambiar mis rutinas cotidianas (aunque sea un par de días), con tal de aprender de usos y costumbres ajenos al urbanismo que practico.

En primer lugar está el lenguaje y el inútil debate sobre quién habla más "cantadito" que el otro. Cha! Esto viene con la serie de localismos que, a pesar de mis estudios urbanos, más de la mitad suenan como albur, sirva de ejemplo: "¿quiere su torta ahogada con mucho chile?" ni madres! Parafraseando al buen Piporro he de comentar que "no vuelvo a ir a Guadalajara, porque no hablo jalisquillo y los que lo hablan pues no me entienden.

En el plano regional que acompaña a los localismos he deducido que, si yo radicara en el norte (ajúa), este blog en lugar de mechoca se llamaría machaca. chia! Pero aún asi, mi incursión en el "rancho urbano"* sirvió para sesgar las estadísticas, ya que cada vez que me preguntaban las de el módulo de atención turistica: ¿de dónde nos visita? Yo respondia orgulloso: de Tlahuac. Pa disimular su poca paseadez y no entrar en detalles nomás anotaban en la libretita: TLAGUAC. jaja a güevo! Tláhuac dejará de ser rancho urbano porque próximamente tendremos nuestra linea de metro bañada en oro, de ahí al reconocimiento internacional por la prendidez de sus habitantes y la calidez de sus visitas.

Volviendo al tema de lo que me choca al salir de viaje es que siempre se me olvidan las cosas que tengo que llevar. Aún no llegaba siquiera a la terminal de autobuses y ya me había acordado que no eché a la maleta mi cinturón, la gel, una cobija y almohadita pal camino, ni la credencial de estudihambre pa' conseguir algún descuento, futa!

Lo que si estuvo chido fue mi criterio de elección de asiento. Como las viejitas que se tienen que tomar su medicina cada hora le hacen compañía al chofer, yo decidí estar lo más alejado de ellas. Hasta atrás. Tiene sus desventajas, los que van al baño pasan dando tumbos y alternando el "comper" con el "perdon jóven". Las fuerzas centrifugas y centripetas propias del gordocentrismo provocan que los gordos se ubiquen en la parte posterior del autobús y hagan un recital de ronquidos que cualquier industria pesada envidiaría, chales también se me olvidaron los taponcitos pa las orejas. La onda es que la gente bonita busca los lugares de adelante (tal vez crean que así llegn primero), pero atrás está más chido porque es más probable que no tengas que compartir el asiento y viajes "a tus anchas".

Lo que no estuvo chido fue la selección de hotel. Yo precavido y creyente ferviente del internerd busqué las opciones de alojamiento antes de viajar. Me convenció un lugar porque estaba céntrico, ajustaba en el viático y se veía chido. mmmta, pinche hotel de cuatro estrellas y dos cucarachas. Al llegar al lugar hasta hicieron rodar mi maleta y me acompañaron a la recepción. Buenas tardes, ... (léase como chalalá), la habitación le cuesta 580 (30 varos menos que la cotización en la interné), y pues dije que si, pus ya que. Me registré y me acompañaron hasta el cuarto. Mucha tecnología de apertura electrónica con tarjeta para que al interior los cuartos estuvieran intercomunicados por puertitas atoradas con el servibar y una división con espesor menor a la de un triplay. Llegada la noche, el calor y la falta de ventilación había hecho estragos en mi organismo y sudaba como cerdo. Decidí bañarme y fue cuando noté que dos cucarachas habían pensado lo mismo que yo, chingao! pero bueno, las chancleé y pensé que no eran horas como para echarme un round con la recepcionista y luego el gerente por dos pinches cucas que ahora yacían embarradas en el baño, además si me daban la opción de cambiarme de habitación o devolverme mi dinero no estaba en condiciones de arrejuntar mi equipaje y buscar una segunda opción (que además nunca consideré).

Ya en lo referente a la paseadez, la neta prefiero quedarme como "naco poco paseado". El centro de la ciudad está, por decirlo de algún modo, igual que otros centros históricos. Incluye unas iglesitas con arquitectura barroca que nomás sirve pa que las palomas pongan ahi sus aposentos. Afortunadamente no me cayó ninguna caca, y agradecí como me enseñó el Elliot: "que bueno que las vacas no vuelan". Pasé entre mares de gente (ja) por parquesitos, kioskos y un par de mercados. La neta es como el centro del DF, tienen turibús, tranvía retro-style, ambulantes relocalizados fuera del perímetro 2, etc.

En lo gastronómico, degusté algunos productos típicos inspirado en los consejos de mi gurú en comidas exóticas. Así probe la torta ahogada, la escamocha, la birria de chivo y el tejuino. Futa, este último tiene la consistencia de un atole, sabor a tepache y la presentación de una mala copia a las nieves de tulye. La conjugación de esta ingesta provocó estragos, me dio la taquicardia y me dispuse a buscar un baño. Chingao! entré al sanborns, al suburbia y hasta al liverpool de provincia y nel, jamás lo hallé.

Lo más chido del viaje fue cuando salí de regreso, se me acabó la nostalgia de mi querido terruño y volví a la realidad de escribir mi tesis, no sin antes compartirles mi poca paseadez a los lectores de este blog.

martes, 13 de mayo de 2008

Me chocan las muletillas II

Me chocan las muletillas II

Como había mencionado, tengo pensado dedicarle un espacio por separado a las muletillas de más de una palabra como parte de los estudios urbanos que aquí se desarrollan.

En esta ocasión toca el turno a esta famosa muletilla: "por eso estamos como estamos!".

En general, esta muletilla es utilizada para decir la última palabra cuando no se tienen argumentos suficientes para el debate y además confirmar la tesis del interlocutor.

Lo más gacho de esto es que la frase en sí no dice ni madres, porque rompe con las leyes de la lógica al comparar algo con lo mismo (estamos como estamos).

Ahora, si lo vemos desde una perspectiva impersonal, ¿quienes estamos y quienes no?

Lo que si de plano es chocante, es cuando la frase va acompañada de un gesto de desacuerdo con la sociedad, azontando los brazos y menear la cabeza en señal de desaprobación.

Chingao, "por eso estamos como estamos", por la gente que no aporta nada a la solución y simplemente se suma a los diagnósticos hechos sobre las rodillas o en charlas trasnochadas de dizque "diseñadores de la posmodernidad".

Me chocan

Me choca mi crisis de los '30

Me choca mi crisis de los '30, y si efectivamente, en pocos meses celebraré mi cumpleaños número 30 y entraré formalmente a la categoría "adulto contemporáneo". Chales.

La neta no me quedé ni quiero mantenerme en los dulces dieciseis, pero cada vez estoy más cerca de aceptar mi ruquez. He intentado oponerme ante cualquier señal de que mi envejecimiento se haga notorio sin usar una de las famosas cremas antiarrugas.

Pero, en fechas recientes, mi actitud posmo ya no reconoce de autoridades o superestructuras que condicionen mis decisiones. Lo de moda (léase emo) me provoca sentimientos profundos de rechazo, acidez estomacal y ganas de mandarlos a la goma. Aún así, lo más gacho es que he derribado a la mayoría (si no es que a todos) mis ídolos: ya no hay bandas que me prendan, no creo en ningún comunicador o medio. En pocas palabras, desaparecen las verdades absolutas y surgen grandes netas desde esta trinchera individual.

Pareciera que me convierto a la cualitativez pero ni maíz, me chocan los cualis, me choca sobreponer la experiencia humana a las leyes universales. Me vale lo que piensen los demás. Ante cualquier petición de consejo aplico la primera máxima del urbanismo y cito: "está cabrón, pero ahi como tú veas". Si me piden mi opinión, generalmente, trato de confeccionar un argumento devastador que evite la prolongación absurda de un debate que no llevará a ningún lado.

Los principales síntomas de ésta crisis son evidentes: mi Frente Amplia Progresiva (FAP), mis achaques hipocondriacos terminan en el hospital, el número de veces al día en que me dicen "señor" y la añoranza por mi mundo juvenil que no era tan gacho como el de ahora.

Es cierto que nadie nos enseña los secretos de la vida y que el tiempo es cómplice de la sabiduría. Ahora dedico estas líneas a mi mayor y mejor ejemplo, mi papá, quién supo vivir plenamente y, a pesar del paso del tiempo, siempre tuvo presente disfrutar cada instante como un niño.