domingo, 1 de noviembre de 2009

Me chocan las filas

Me choca hacer filas. Quizas este sea otro trauma de la infancia cuando nos hacían tomar distancia por tiempos. Uno podía darle zapes al de enfrente, aunque el efecto dominó aplicaba a la inversa y también eras víctima de los zapes de los más altos, hasta llegar a la maestra que se situaba al final de la fila y aventaba regaños entre dientes y amenazas de "vas a ver al rato en el salón".

Este es otro de los ritos sociales más extraños (como el de ponerle más días a enero para inclinar más la cuesta). Dicen que esto se debe a nuestra condición de país conquistado, ya que los indígenas iban en fila para que aquel que los viera de frente no pensara que eran varios y les apuntara con el fusil. Esto me parece bastante peculiar, porque si no coordinaban el movimiento pendular de los brazos al andar, el que los viera de frente se imaginaría a un wey de ocho brazos y ahí dispararía sin duda.

El caso es que las filas son una herramienta de manipulación social exagerada por los que se resguardan tras su ventanilla de atención. Desde el burócrata hasta el cajero, un método de evitar el tumulto consiste en hacer filas, aunque el resultado sea mas enredado que el trámite mismo. Eso además a generado otro tipo de ocupaciones: el que te dice donde formarte, el que te da el boletito numerado, el que te ahorra la fila a cambio de una lana, entre otros.

Dice el proverbio chido que "No es lo mismo dejar que alguien se forme antes a que se te metan en la cola". Pero es que chingao, cada que me encuentro en la necesidad de sumarme a las filas de algo, luego luego me sale lo chocante. Una vez en el seis flags noté que a cambio de un varo extra te daban una pulserita que te acreditaba como VIP, con lo cual ya no necesitabas hacer fila y te podías subir las veces que quisieras a tu juego favorito. Debo decir además que me chocan los juegos mecánicos porque no le hallo el chiste de que las tripas se te revuelvan y te adornes el cuello con los huevos de corbata. Ahí noté que eso de la polarización de las clases sociales viene desde muy joven, y que los chavitos se harían VIP nomás por desembolsar una lana extra.

Esto me lleva a otro tipo de filas, las de automóviles que procuran estacionarse de 6 a 9 en el periférico, mientras los conductores se dejan llevar por la grata sensación de sacarse los mocos, hacer un karaoke, escuchar los chismes en la radio y las damas hasta maquillarse. Ahí entra el agilizador de tránsito (¿o tranzota?) que se ufana de pitar como en carnaval mientras mueve los brazos a destiempo provocando nudos peores que si pasaran uno y uno.

En fin, el caso es que me choca hacer filas